martes, 26 de septiembre de 2017

Quien corre en Panamá puede correr en cualquier lado

Hace unos días estuve en el Maratón de Medellín, mi maratón #4 y la primera fuera de Panamá.  Puedo decir que la preparación fue super diferente.  La teoría fue igual al año pasado, mi coach (aka Fer, el makumbero señor policía) no varió el training porque si algo resulta, para qué cambiarlo!  Solo debían variar los ritmos, porque este año estoy un poquito más rápida.  La meta era hacer 4:30, o al menos bajar de los 4:38 del año pasado en el Maratón de Panamá.  Sin embargo, la práctica fue otra cosa, mucho no salió según lo esperado. 

Para empezar el clima, que usualmente respetaba en las mañanas, esta vez no ayudó para nada.  A diferencia del año pasado, que hice TODO mi entrenamiento al 100%, esta vez perdí varios porque la lluvia no me dejaba salir de la casa, y luego tenía que ir a trabajar. 

Otra situación que me ocurrió fue el tema de las zapatillas.  Jamás he tenido problemas de ampollas, y casi me he podido poner cualquier zapatilla.  En esta oportunidad, compré dos pares de zapatillas nuevas (y caras!) para encarar los entrenamientos del Maratón, ambos pares me los probé, y no tuve ningún problema.  La realidad es que el primer par me hizo heridas en la parte de atrás del pie (dolorosísimas, que me tomaron días sanar), y el segundo par me hicieron unas leves ampollas en los pies. Ni para caminar me sirvieron.  Resultado:  el primer par le funcionaron de maravilla a mi hija Sofy, quien las usa “pa salir por ahí”, y el segundo lo he conservado para hacer ejercicios en casa (o sea, algún día las usaré!).  A esas alturas del partido no tenía ganas de experimentar, así que Fer y yo decidimos que entrenaría con mis “sopeteadas” viejas zapatillas, que aún me sirven de maravilla, y el maratón lo correría con las del maratón del año pasado.  Ni modo, nada de taquilla con las zapatillas, pero fue la mejor decisión; ya habrá tiempo de comprar para el año que viene.  Mis pies se volvieron finos, pues!

Otra cosa ocurrida fue que a mi amado Garmin 310XT se le ocurrió la feliz idea de rompérsele la correa una semana antes del maratón, una semana!!  Justo cuando no podía hacer nada.  En Panamá no la venden porque es un modelo viejo, y para traerla por internet se necesitaba más tiempo (incluso si hubiese estado a tiempo de que me llegara, para esos días ocurrió lo del Huracán en Florida, donde tengo mi casilla de compras, y los aviones estaban demorando en partir).  Obvio, me estresé durísimo porque me conozco muy bien ese aparatito, y la solución definitiva fue usar el Garmin de Fer; él corrió sin reloj.  Ya anteriormente había corrido con ese reloj y me parece liviano y divino, pero no era el mío!  Tuve que volver a tomar la clase de cómo usarlo, y lo practiqué esa semana previa.  Ni modo.  (P.D. por fin ya llegó mi correa… ;)



Y como estas situaciones, también hubo lo de siempre, estrés familiar, laboral, etc.  Me sentía medio salada para el viaje.  Lo peor de todo:  odio volar. Me parece maravilloso conocer nuevos lugares y todo eso… jejeje pero habrá otra forma? La verdad es que odié volar (soy una floja!).

Parte del grupo de panameños que viajamos a Medellín


Ahora sí viene lo bonito.  Medellín me encantó.  Todo.  La ciudad, la carrera, la gente, (la comida!!).  Aquí debo decir que tuvimos la ayuda de Ruthy y Antonym para preparar este viaje, y considero que fue excelente.  Fuimos un grupo de panameños, que no nos conocíamos, más que por el grupo de chat del viaje.  Como en todo, siempre habrá temas fuera del alcance de la organización, pero en general, nos fue super bien.  El día que llegamos fuimos a la Plaza Mayor a recoger los kits de la carrera, me gustó vivir la experiencia.



Mi cara de felicidad (foto de Alexis Bullen)


Aquí nos ocurrió una anécdota con los Uti (una pareja muy divertida) y Alexis, queríamos volver al hotel en taxi y había qué clase de tranque a las 5 p.m.! peor que en Panamá.  Qué risa, aprendimos a tomar la buseta de San Javier (2,000 pesitos no más), todavía me río de la cara de Fer!

Nosotros en la buseta de San Javier (foto de Yasmila)


Al día siguiente, que curiosamente fue el día del amor y la amistad en Colombia, la mayor parte de nuestro grupo se fue a hacer parapente (qué locos!).  Yo soy demasiado floja para esos eventos (ya lo dije), pero sé que se divirtieron mucho.  También esa noche fueron al famoso juego de fútbol del Atlético Nacional vs Millonarios, y en la calle de nuestro hotel estaba el Estadio Atanasio Girardot, ya hay que imaginarse el ambiente, todo el mundo con su sweter verde y blanco, era casi como un clásico!, porque enfrenta a los dos equipos más ganadores de Colombia.  Si no hubiese tenido que correr un 42k al día siguiente, me hubiese encantado ir y ver ese gol en el minuto 93 en vivo. 

Para Fer y para mí ese día (sábado) fue tranquilo, fuimos a la Plaza de Botero a ver las famosas 23 esculturas monumentales de bronce que el artista Fernando Botero donó a su ciudad; me tomé fotos con todas las que pude, me encantó! Y creo que a Fer también… ya que tocó muchas nalgas de todas esas mujeres de bronce (dijo que tenían sustancia ;). Es muy curioso ver esa parte de Medellín donde se respira tanta cultura, el Museo de Antioquia, la Plaza de Botero y el Palacio de la Cultura, justo al lado de una zona bastante humilde.

Yo me creía musa de Botero ;)

Hagamos unos estiramientos!

Fer no perdió oportunidad


También estuvimos en el Parque de los Pies Descalzos, cuyo propósito como dice su nombre es quitarte los zapatos y entrar en contacto con la naturaleza.  Es un lindo lugar con un jardín zen, un parque de arena, un bosque de bambú (después me enteré que es el “bosque de los enamorados”).  En definitiva, un plan tranquilo, ya que al día siguiente “era la vaina”.






La mañana del domingo llegamos a la carrera con el tiempo justo; solo alcancé a dejar mis pertenencias en el guardarropa (excelente organización, ya que solo me tomó un par de minutos), tomar algunas fotos (la taquilla je je je) y tomarme un café en el stand de Colcafé, gracias al cielo por ello!

El café que me salvó la carrera

Parte del grupo de 21 y 42 (Foto propiedad de Antonym Muñoz)


La fila del baño larguísima y no pude ir, faltando cinco minutos me tuve que salir de la fila, ni modo, ya que la carrera estaba por comenzar.  No es como en nuestro pequeño país donde ahí mismo está todo, tuvimos que caminar como 10 minutos para llegar a la línea de salida, por cierto, llegamos ya iniciada la carrera.  Fer y yo compartimos los primeros 12 kilómetros juntos, ya que los de 21 y 42 kilómetros arrancábamos a las 6:30 a.m., él no había entrenado en 6 semanas así que le convino ir conmigo a mi ritmo tortuga (por cierto, muy orgullosa de tu esfuerzo en esta carrera Fer).

Mi cara cuando ví a Antonym trepado en un puente de Medellín (foto de Antonym Muñoz)



Qué nivel de emoción, después de 6 semanas sin correr (foto de Antonym Muñoz)

El plan era ir a un pace de 6’45 los primeros 5k y luego instalarme cómodamente los siguientes 27 kilómetros en 6’20.  Si lograba salir de allí viva, entonces podría acelerar si quería los últimos 10.  Ya en otras maratones me ha pasado que arranco “pritti” bien acelerada porque me siento bien, y la factura me la pasa el kilómetro 32-34.  Así que, ese era el plan.  Como era de esperarse no lo seguí (lo siento coach).  Lo intenté, en serio.  Luego del kilómetro 12, o sea, después de separarme de Fer, me empecé a sentir mejor y confiada.  El ritmo por kilómetro estaba entre 6’00 y 6’10 la mayoría de las veces. Eso me dio temor, ya que según la altimetría de la carrera, venían subidas hasta el kilómetro 28-29, pero repito, me sentía bien.  La estrategia que seguí era ir más lento en las subidas o en caso de sentirme muy cansada, pero nunca jamás parar a caminar, ya que le viene muy mal a mis rodillas y no me gusta sufrir en el maratón.  O sea, me gusta sufrir poco jejeje.   Lo bueno de esta carrera es que se vuelve de bajada a partir del kilómetro 29, una sola recta hasta el 42.  Lo peor ha pasado, y te ayuda porque la acabas con más confianza.  El clima se portó excelente, pensé que me daría frío, pero no fue necesario usar doble camiseta, ni manguitas, yo que soy friolenta me sentía super bien.  Lloviznó un poco, pero luego el sol me salió como en el kilómetro 30, solecito con clima fresquito.  Otro punto a favor.

En la meta (Foto de Antonym Muñoz)


En la meta (foto de Antonym Muñoz)


En la meta (foto de Antonym Muñoz)

En fin, aquí debo hacer un alto para comentar lo DIVINA que es la gente en Medellín.  Este es un evento casi cultural para la ciudad y no sé si todo el mundo, pero mucha gente sale a la calle a animar.  MUCHA.  Perdí la cuenta de la cantidad de manos que choqué, de lo que “medio bailé” con las pequeñas bandas de música, los “TERE” y “PANAMÁ” que me gritaron desconocidos, con banderas de México, República Dominicana, Venezuela, e incluso algunos panameños en la ruta (como el chico del sweter del circuito Asics, panameño limpio!).  Ni hablar de los colombianos, habían muchas señoras mayores (o sea, más mayores que yo, jejejeje) animando, qué bellas, gritaban cosas como “hágale mija hágale”, “dele usted es una campeona”, cosas así.  Ya me habían contado que era así,  pero nada como vivirlo, no había visto cosa igual.  Siento en mi corazón que eso es lo que te lleva a terminar un maratón.  Ví a Fer en el kilómetro 41 (como siempre, se adelanta a animarme, porque sabe que me agoto al final), y ya ahí, el montón de gente en las aceras animando me llevó a la meta.  Por primera vez en mi vida, hice split negativo (la segunda parte del maratón más rápida que la primera), y por primera vez en mi vida pude “cerrar” en una carrera.  Ese pedacito final lo corrí con toda mi alma y corazón, 4:25:38 mi tiempo chip, bien parecido a lo que me dijo el Garmin 4:25:46, un beso a mi papá y llegué a la meta.  Qué carrerón!  Me salieron en el reloj como 200 metros más en la distancia, que considero normales, porque uno siempre corre algo más, y considerando que esta carrera es clasificatoria para el Maratón de Boston, pues no tenía nada que reprochar a la ruta. 


Llegué!!!  eran como las 11 a.m.







Si tengo que mencionar un aspecto a mejorar, pudo ser el tema de los baños.  No ví en la ruta (no sé si los había pero no ví) y en esta oportunidad LOS NECESITÉ.  Me sorprende haber corrido como 30 kilómetros con ganas de orinar, y bebiendo agua y gatorade.  Al inicio en el Parque de las Luces, había bastantes baños, pero no sé si eran suficientes para 13,000 corredores, considerando las largas filas; aquí asumo mi culpa y pienso que debí llegar más temprano.  Cuando corres 42k hay mucho que preparar; en esta ocasión no pude ni calentar.




Todo lo demás estuvo excelente.  Para todo maratonista panameño, creo que Medellín es una medalla que debe tener; un viaje corto (por suerte!), buenos precios, comida DELICIOSA, y una hermosa ciudad.  La recomiendo para quien quiere maratonear por primera vez, como mi amigo Alexis Bullen…  Yo que corrí mis primeras tres en Panamá, y he corrido ahora en Medellín, aprecio mucho más el esfuerzo de los panameños por correr y participar en estos eventos en nuestro país.  Aprecio mucho más la madrugadera del corredor panameño, incluso domingo, porque si sales tarde el calor te mata.  Aprecio mucho más a las poquísimas personas que salen a animar (muchas veces los mismos corredores, en mi caso, ni mi familia va a verme, mis hijos son dormilones vaya! Me apoyan desde las sábanas jeje).  Aprecio mucho más el esfuerzo que se hace en nuestro rico y delicioso clima.  Correr en Medellín me enseñó a apreciar mucho más a los corredores de mi país.  El que corre en Panamá, puede correr en cualquier lugar del mundo, comprobado.

Después de la carrera, chat para mis hijos, esperar a Alexis que hizo su primer maratón, y el merecido almuerzo con cerveza Club Colombia, por supuesto!! (recomendación del maestro cervecero Glenn).

Foto para Glenn ;)


Al día siguiente del maratón, me subí los 740 escalones del Peñol de Guatapé, me tomé la clásica michelada de mango, y al llegar a la cima (sin aire pero aún con piernas!) dí gracias a Dios por lo que tengo y lo que puedo hacer a mis 41 años.  Me encantó esa parte del paseo, así como ir a la réplica del pueblo del Peñol, una cosa divina para visitar y tomarse fotos.

El Peñol de Guatapé (foto de Britania Moreno)

740 escaloncitos post maratón para liberar el ácido láctico (foto de Britania Moreno)

Fer también vivió los 740 escalones (foto de Britania Moreno)

Deliciosas micheladas


Y el pueblo de Guatapé, un pintoresco sitio de pocos habitantes, cuyo principal atractivo son los zócalos que se aprecian en la fachada de todas las casas, que datan de principios del siglo XX; una belleza de sitio que recorrí solo un poco y al que me gustaría regresar.

Hermoso lugar Guatapé, quiero volver!


Abdiel Cianca el Chiri, Britania, Ruthy, Antonym y Yop! (foto de Britania Moreno)


Antes de terminar, quiero dar gracias a todos los que me enviaron su fuerza y buena vibra, lindos mensajes que me dieron confianza.  Gracias a mis amigos Yessika y Fernando “la banda de los fondos”, siempre pendientes de mí.  Gracias a todos los que me ofrecieron tips y ayuda en cuanto al clima, el viaje y tantos temas!  Gracias a Ruthy por estar pendiente de todo y todos para hacer memorable esta experiencia, Antonym, por complacernos a todos y tomar estas excelentes fotos, y el grupo super chévere con el que viajé: César, Vianey, Elsie, la banda chitreana de la princesita Britania, Seindy, Felicio, la sra Xiomara, Juan, Yenny, Jessica y José Ernesto, así como Yasmila y Uti, y sus hijos (super divertidos ), Alexis el nuevo maratonista, y el Chiri Abdiel Cianca, un maestro! Así se hacen amistades para toda la vida, muchas gracias! Muy especialmente, gracias a mis hijos que sobrevivieron super sin mí, uffff aliviada!!  A veces uno cree que es imprescindible, y está visto que no. Y gracias a mi Fer, por llevarme a correr como nunca con estas piernas flacas y sin fuerza, gracias por tener fe en mí (el coach makumbero agranda su leyenda, predijo 4:26 en este maratón, eres lo máximo!!).


Medellín, allá volveré a correr, lo sé.


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