Hace unos días estuve en el Maratón de Medellín, mi maratón
#4 y la primera fuera de Panamá. Puedo
decir que la preparación fue super diferente.
La teoría fue igual al año pasado, mi coach (aka Fer, el makumbero señor
policía) no varió el training porque si algo resulta, para qué cambiarlo! Solo debían variar los ritmos, porque este
año estoy un poquito más rápida. La meta
era hacer 4:30, o al menos bajar de los 4:38 del año pasado en el Maratón de
Panamá. Sin embargo, la práctica fue
otra cosa, mucho no salió según lo esperado.
Para empezar el clima, que usualmente respetaba en las
mañanas, esta vez no ayudó para nada. A
diferencia del año pasado, que hice TODO mi entrenamiento al 100%, esta vez
perdí varios porque la lluvia no me dejaba salir de la casa, y luego tenía que
ir a trabajar.
Otra situación que me ocurrió fue el tema de las
zapatillas. Jamás he tenido problemas de
ampollas, y casi me he podido poner cualquier zapatilla. En esta oportunidad, compré dos pares de
zapatillas nuevas (y caras!) para encarar los entrenamientos del Maratón, ambos
pares me los probé, y no tuve ningún problema.
La realidad es que el primer par me hizo heridas en la parte de atrás
del pie (dolorosísimas, que me tomaron días sanar), y el segundo par me
hicieron unas leves ampollas en los pies. Ni para caminar me sirvieron. Resultado:
el primer par le funcionaron de maravilla a mi hija Sofy, quien las usa
“pa salir por ahí”, y el segundo lo he conservado para hacer ejercicios en casa
(o sea, algún día las usaré!). A esas
alturas del partido no tenía ganas de experimentar, así que Fer y yo decidimos
que entrenaría con mis “sopeteadas” viejas zapatillas, que aún me sirven de
maravilla, y el maratón lo correría con las del maratón del año pasado. Ni modo, nada de taquilla con las zapatillas,
pero fue la mejor decisión; ya habrá tiempo de comprar para el año que viene. Mis pies se volvieron finos, pues!
Otra cosa ocurrida fue que a mi amado Garmin 310XT se le
ocurrió la feliz idea de rompérsele la correa una semana antes del maratón, una
semana!! Justo cuando no podía hacer
nada. En Panamá no la venden porque es
un modelo viejo, y para traerla por internet se necesitaba más tiempo (incluso
si hubiese estado a tiempo de que me llegara, para esos días ocurrió lo del
Huracán en Florida, donde tengo mi casilla de compras, y los aviones estaban
demorando en partir). Obvio, me estresé
durísimo porque me conozco muy bien ese aparatito, y la solución definitiva fue
usar el Garmin de Fer; él corrió sin reloj.
Ya anteriormente había corrido con ese reloj y me parece liviano y
divino, pero no era el mío! Tuve que
volver a tomar la clase de cómo usarlo, y lo practiqué esa semana previa. Ni modo.
(P.D. por fin ya llegó mi correa… ;)
Y como estas situaciones, también hubo lo de siempre,
estrés familiar, laboral, etc. Me sentía
medio salada para el viaje. Lo peor de
todo: odio volar. Me parece maravilloso
conocer nuevos lugares y todo eso… jejeje pero habrá otra forma? La verdad es
que odié volar (soy una floja!).
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Parte del grupo de panameños que viajamos a Medellín |
Ahora sí viene lo bonito.
Medellín me encantó. Todo. La ciudad, la carrera, la gente, (la
comida!!). Aquí debo decir que tuvimos
la ayuda de Ruthy y Antonym para preparar este viaje, y considero que fue
excelente. Fuimos un grupo de panameños,
que no nos conocíamos, más que por el grupo de chat del viaje. Como en todo, siempre habrá temas fuera del
alcance de la organización, pero en general, nos fue super bien. El día que llegamos fuimos a la Plaza Mayor a
recoger los kits de la carrera, me gustó vivir la experiencia.
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Mi cara de felicidad (foto de Alexis Bullen) |
Aquí nos ocurrió una anécdota con los Uti
(una pareja muy divertida) y Alexis, queríamos volver al hotel en taxi y había qué clase
de tranque a las 5 p.m.! peor que en Panamá.
Qué risa, aprendimos a tomar la buseta de San Javier (2,000 pesitos no
más), todavía me río de la cara de Fer!
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Nosotros en la buseta de San Javier (foto de Yasmila) |
Al día siguiente, que curiosamente fue
el día del amor y la amistad en Colombia, la mayor parte de nuestro grupo se
fue a hacer parapente (qué locos!). Yo
soy demasiado floja para esos eventos (ya lo dije), pero sé que se divirtieron
mucho. También esa noche fueron al
famoso juego de fútbol del Atlético Nacional vs Millonarios, y en la calle de
nuestro hotel estaba el Estadio Atanasio Girardot, ya hay que imaginarse el
ambiente, todo el mundo con su sweter verde y blanco, era casi como un clásico!,
porque enfrenta a los dos equipos más ganadores de Colombia. Si no hubiese tenido que correr un 42k al día
siguiente, me hubiese encantado ir y ver ese gol en el minuto 93 en vivo.
Para Fer y para mí ese día (sábado) fue tranquilo, fuimos a
la Plaza de Botero a ver las famosas 23 esculturas monumentales de bronce que
el artista Fernando Botero donó a su ciudad; me tomé fotos con todas las que
pude, me encantó! Y creo que a Fer también… ya que tocó muchas nalgas de todas
esas mujeres de bronce (dijo que tenían sustancia ;). Es muy curioso ver esa
parte de Medellín donde se respira tanta cultura, el Museo de Antioquia, la
Plaza de Botero y el Palacio de la Cultura, justo al lado de una zona bastante
humilde.
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Yo me creía musa de Botero ;) |
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Hagamos unos estiramientos! |
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Fer no perdió oportunidad |
También estuvimos en el Parque
de los Pies Descalzos, cuyo propósito como dice su nombre es quitarte los
zapatos y entrar en contacto con la naturaleza.
Es un lindo lugar con un jardín zen, un parque de arena, un bosque de
bambú (después me enteré que es el “bosque de los enamorados”). En definitiva, un plan tranquilo, ya que al
día siguiente “era la vaina”.
La mañana del domingo llegamos a la carrera con el tiempo
justo; solo alcancé a dejar mis pertenencias en el guardarropa (excelente
organización, ya que solo me tomó un par de minutos), tomar algunas fotos (la
taquilla je je je) y tomarme un café en el stand de Colcafé, gracias al cielo
por ello!
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El café que me salvó la carrera |
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Parte del grupo de 21 y 42 (Foto propiedad de Antonym Muñoz) |
La fila del baño larguísima y
no pude ir, faltando cinco minutos me tuve que salir de la fila, ni modo, ya
que la carrera estaba por comenzar. No
es como en nuestro pequeño país donde ahí mismo está todo, tuvimos que caminar
como 10 minutos para llegar a la línea de salida, por cierto, llegamos ya
iniciada la carrera. Fer y yo
compartimos los primeros 12 kilómetros juntos, ya que los de 21 y 42 kilómetros
arrancábamos a las 6:30 a.m., él no había entrenado en 6 semanas así que le
convino ir conmigo a mi ritmo tortuga (por cierto, muy orgullosa de tu esfuerzo en esta carrera Fer).
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Mi cara cuando ví a Antonym trepado en un puente de Medellín (foto de Antonym Muñoz) |
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Qué nivel de emoción, después de 6 semanas sin correr (foto de Antonym Muñoz) |
El plan era ir a un pace de 6’45 los primeros 5k y luego instalarme cómodamente
los siguientes 27 kilómetros en 6’20. Si
lograba salir de allí viva, entonces podría acelerar si quería los últimos
10. Ya en otras maratones me ha pasado
que arranco “pritti” bien acelerada porque me siento bien, y la factura me la
pasa el kilómetro 32-34. Así que, ese
era el plan. Como era de esperarse no lo seguí (lo siento coach). Lo
intenté, en serio. Luego del kilómetro
12, o sea, después de separarme de Fer, me empecé a sentir mejor y
confiada. El ritmo por kilómetro estaba
entre 6’00 y 6’10 la mayoría de las veces. Eso me dio temor, ya que según la
altimetría de la carrera, venían subidas hasta el kilómetro 28-29, pero repito,
me sentía bien. La estrategia que seguí
era ir más lento en las subidas o en caso de sentirme muy cansada, pero nunca
jamás parar a caminar, ya que le viene muy mal a mis rodillas y no me gusta
sufrir en el maratón. O sea, me gusta
sufrir poco jejeje. Lo bueno de esta
carrera es que se vuelve de bajada a partir del kilómetro 29, una sola recta
hasta el 42. Lo peor ha pasado, y te
ayuda porque la acabas con más confianza.
El clima se portó excelente, pensé que me daría frío, pero no fue
necesario usar doble camiseta, ni manguitas, yo que soy friolenta me sentía
super bien. Lloviznó un poco, pero luego
el sol me salió como en el kilómetro 30, solecito con clima fresquito. Otro punto a favor.
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En la meta (Foto de Antonym Muñoz) |
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En la meta (foto de Antonym Muñoz) |
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En la meta (foto de Antonym Muñoz) |
En fin, aquí debo hacer un alto para comentar lo DIVINA que
es la gente en Medellín. Este es un
evento casi cultural para la ciudad y no sé si todo el mundo, pero mucha gente
sale a la calle a animar. MUCHA. Perdí la cuenta de la cantidad de manos que
choqué, de lo que “medio bailé” con las pequeñas bandas de música, los “TERE” y
“PANAMÁ” que me gritaron desconocidos, con banderas de México, República
Dominicana, Venezuela, e incluso algunos panameños en la ruta (como el chico
del sweter del circuito Asics, panameño limpio!). Ni hablar de los colombianos, habían muchas
señoras mayores (o sea, más mayores que yo, jejejeje) animando, qué bellas,
gritaban cosas como “hágale mija hágale”, “dele usted es una campeona”, cosas
así. Ya me habían contado que era así, pero nada como vivirlo, no había visto cosa
igual. Siento en mi corazón que eso es
lo que te lleva a terminar un maratón.
Ví a Fer en el kilómetro 41 (como siempre, se adelanta a animarme,
porque sabe que me agoto al final), y ya ahí, el montón de gente en las aceras animando
me llevó a la meta. Por primera vez en
mi vida, hice split negativo (la segunda parte del maratón más rápida que la
primera), y por primera vez en mi vida pude “cerrar” en una carrera. Ese pedacito final lo corrí con toda mi alma
y corazón, 4:25:38 mi tiempo chip, bien parecido a lo que me dijo el Garmin
4:25:46, un beso a mi papá y llegué a la meta.
Qué carrerón! Me salieron en el
reloj como 200 metros más en la distancia, que considero normales, porque uno
siempre corre algo más, y considerando que esta carrera es clasificatoria para
el Maratón de Boston, pues no tenía nada que reprochar a la ruta.
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Llegué!!! eran como las 11 a.m. |
Si tengo que mencionar un aspecto a mejorar, pudo ser el
tema de los baños. No ví en la ruta (no
sé si los había pero no ví) y en esta oportunidad LOS NECESITÉ. Me sorprende haber corrido como 30 kilómetros
con ganas de orinar, y bebiendo agua y gatorade. Al inicio en el Parque de las Luces, había
bastantes baños, pero no sé si eran suficientes para 13,000 corredores, considerando
las largas filas; aquí asumo mi culpa y pienso que debí llegar más
temprano. Cuando corres 42k hay mucho
que preparar; en esta ocasión no pude ni calentar.
Todo lo demás estuvo excelente. Para todo maratonista panameño, creo que
Medellín es una medalla que debe tener; un viaje corto (por suerte!), buenos
precios, comida DELICIOSA, y una hermosa ciudad. La recomiendo para quien quiere maratonear
por primera vez, como mi amigo Alexis Bullen…
Yo que corrí mis primeras tres en Panamá, y he corrido ahora en
Medellín, aprecio mucho más el esfuerzo de los panameños por correr y
participar en estos eventos en nuestro país.
Aprecio mucho más la madrugadera del corredor panameño, incluso domingo,
porque si sales tarde el calor te mata.
Aprecio mucho más a las poquísimas personas que salen a animar (muchas
veces los mismos corredores, en mi caso, ni mi familia va a verme, mis hijos
son dormilones vaya! Me apoyan desde las sábanas jeje). Aprecio mucho más el esfuerzo que se hace en
nuestro rico y delicioso clima. Correr
en Medellín me enseñó a apreciar mucho más a los corredores de mi país. El que corre en Panamá, puede correr en
cualquier lugar del mundo, comprobado.
Después de la carrera, chat para mis hijos, esperar a
Alexis que hizo su primer maratón, y el merecido almuerzo con cerveza Club
Colombia, por supuesto!! (recomendación del maestro cervecero Glenn).
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Foto para Glenn ;) |
Al día siguiente del maratón, me subí los 740 escalones del
Peñol de Guatapé, me tomé la clásica michelada de mango, y al llegar a la cima
(sin aire pero aún con piernas!) dí gracias a Dios por lo que tengo y lo que
puedo hacer a mis 41 años. Me encantó
esa parte del paseo, así como ir a la réplica del pueblo del Peñol, una cosa
divina para visitar y tomarse fotos.
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El Peñol de Guatapé (foto de Britania Moreno) |
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740 escaloncitos post maratón para liberar el ácido láctico (foto de Britania Moreno) |
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Fer también vivió los 740 escalones (foto de Britania Moreno) |
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Deliciosas micheladas |
Y
el pueblo de Guatapé, un pintoresco sitio de pocos habitantes, cuyo principal
atractivo son los zócalos que se aprecian en la fachada de todas las casas, que
datan de principios del siglo XX; una belleza de sitio que recorrí solo un poco
y al que me gustaría regresar.
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Hermoso lugar Guatapé, quiero volver! |
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Abdiel Cianca el Chiri, Britania, Ruthy, Antonym y Yop! (foto de Britania Moreno) |
Antes de terminar, quiero dar gracias a todos los que me
enviaron su fuerza y buena vibra, lindos mensajes que me dieron confianza. Gracias a mis amigos Yessika y Fernando “la
banda de los fondos”, siempre pendientes de mí.
Gracias a todos los que me ofrecieron tips y ayuda en cuanto al clima,
el viaje y tantos temas! Gracias a Ruthy por estar pendiente de todo y todos para hacer memorable esta experiencia, Antonym, por complacernos a todos y tomar estas excelentes fotos, y el grupo super chévere con
el que viajé: César, Vianey, Elsie, la banda chitreana de la princesita
Britania, Seindy, Felicio, la sra Xiomara, Juan, Yenny, Jessica y José Ernesto,
así como Yasmila y Uti, y sus hijos (super divertidos ), Alexis el nuevo
maratonista, y el Chiri Abdiel Cianca, un maestro! Así se hacen amistades para
toda la vida, muchas gracias! Muy especialmente, gracias a mis hijos que
sobrevivieron super sin mí, uffff aliviada!!
A veces uno cree que es imprescindible, y está visto que no. Y gracias a
mi Fer, por llevarme a correr como nunca con estas piernas flacas y sin fuerza,
gracias por tener fe en mí (el coach makumbero agranda su leyenda, predijo 4:26
en este maratón, eres lo máximo!!).
Medellín, allá volveré a correr, lo sé.
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